Temores.
Vendrán como ladrones sigilosos
en el silencio de la noche en calma,
percibiéndose tras los antifaces
el siniestro fulgor de sus miradas.
Y flotarás envuelta en blancos sueños,
nenúfares dormidos sobre el agua,
ajena a la sorpresa amenazante
y en quietud de caricia desmayada.
en el silencio de la noche en calma,
percibiéndose tras los antifaces
el siniestro fulgor de sus miradas.
Y flotarás envuelta en blancos sueños,
nenúfares dormidos sobre el agua,
ajena a la sorpresa amenazante
y en quietud de caricia desmayada.
Amor, despierta,
que has dejado la entrada
del alma abierta.
que has dejado la entrada
del alma abierta.
Recelosos temores te circundan
en estrechos anillos de serpiente,
muerden tu piel, destilan su veneno,
y tus sueños de pronto se oscurecen.
Amordazado el grito, y en sudores
ni puedes escapar ni defenderte.
Sólo las lágrimas te quedan libres,
y en incesante flujo se te pierden.
en estrechos anillos de serpiente,
muerden tu piel, destilan su veneno,
y tus sueños de pronto se oscurecen.
Amordazado el grito, y en sudores
ni puedes escapar ni defenderte.
Sólo las lágrimas te quedan libres,
y en incesante flujo se te pierden.
Amor, despierta,
que has dejado la entrada
del alma abierta.
que has dejado la entrada
del alma abierta.
Ciérrala, amor, con bloques de granito,
las ventanas con láminas de acero,
niega el paso a la negra incertidumbre
cabalgando en el hálito del miedo.
Que yo estaré adherido a tu costado,
no mi cautiva, no tu prisionero,
libres como el suspiro de la brisa,
firmes como el ciprés mirando al cielo.
las ventanas con láminas de acero,
niega el paso a la negra incertidumbre
cabalgando en el hálito del miedo.
Que yo estaré adherido a tu costado,
no mi cautiva, no tu prisionero,
libres como el suspiro de la brisa,
firmes como el ciprés mirando al cielo.
Amor, despierta,
que el alma me parece
sin tí desierta
que el alma me parece
sin tí desierta
Francisco Álvarez Hidalgo.