miércoles, 8 de agosto de 2012

Enigma

Las calaveras de cristal están cortadas con la forma de una calavera humana, varían en forma, tamaño y tipo de cristal. Algunas son auténticas, talladas por los mayas y otras culturas, mientras que la mayoría que podemos contemplar en la actualidad, fueron talladas recientemente.
Los lugares en que se han hallado estos objetos están ubicados generalmente en Centroamérica, especialmente en ruinas aztecas y mayas, aunque han habido noticias y rumores de posibles hallazgos en Suramérica, pero no han sido confirmados.
Además de asombrarnos con la forma en que fueron talladas, o la incapacidad para determinar como lo hicieron, existen afirmaciones de que a su alrededor se producen fenómenos inexplicables y extraños.
La más conocida de estas calaveras, así como la más misteriosa, es la de Mitchell-Hedges. Tiene características muy similares a la de una verdadera calavera humana, como dientes y una mandíbula con movimiento. Hasta ahora no se ha logrado determinar la forma en que fue
tallada, ya que se trata de un trabajo imposible de realizar por los más talentosos escultores o ingenieros de nuestra época. Fabricada con cristal puro de cuarzo, tanto la mandíbula como el cráneo provienen de la misma roca. Exceptuando pequeñas anomalías, es anatómicamente perfecta, posiblemente la representación de un cráneo femenino debido a su pequeño tamaño, 12,7 cm. de altura, mientras que su peso
es de 5 kg. Tantos los prismas ubicados en la base, como las lentes pulidas a mano de los ojos, se combinan para producir un brillo muy intenso. El cráneo, perfectamente tallado en cristal de roca, presenta un alto grado de dureza (siete sobre diez, en la escala de Mohs), de lo que se deduce que sólo mediante fundición del mineral y utilizando un molde, o mediante el uso de un diamante podría obtenerse algo parecido. Pero los mayas no poseían la suficiente capacidad técnica como para enfrentarse a semejante empresa.
Fue el explorador británico F.A. Mitchell-Hedges quien afirmó que fue desenterrada por su hija, Anna, en 1924, durante una expedición realizada en las ruinas mayas de Lubaantum, Belize, mientras buscaban huellas de la Atlántida, en uno de los templos, tras mover unas grandes piedras que cubrían un altar.
Según su relato, después de su descubrimiento se sucedieron varios fenómenos sobrenaturales. Los 300 indianos que trabajaron con ella en las excavaciones se arrodillaron y besaron el terreno cuando el objeto fue llevado a la luz, después de que rogaron y lloraron por dos semanas. Anna relata que los nativos mayas de la zona la reconocieron al instante como representación del dios de sus antepasados y oraron ante ella.
Frank Dorland, un restaurador de arte que hizo varios experimentos con el cráneo por seis años, afirmó que una vez un halo lo circundó por varios minutos, escuchó sonidos agudos, parecidos a campanilleos y que llenaron su casa, otras veces dentro del cráneo aparecieron luces e imágenes de cráneos, montañas y otros objetos , así como un olor característico proveniente de su interior.
Según otras fuentes, es posible que Mitchell-Hedges la hubiese adquirido durante una subasta en Londres, en 1943. También hay quien afirma que tal vez adquiriese la calavera en uno de sus viajes por México y la colocara allí como regalo de cumpleaños para su hija. Pero a pesar de esta y otras acusaciones de fraude, ninguna ha podido ser demostrada como cierta.
En 1970 la familia Mitchell-Hedges entregó el cráneo a los laboratorios de Hewlett Packard para su estudio, en los cuales pudo comprobarse que el cristal fue tallado en contra del eje natural del cristal, a pesar de que los modernos escultores no lo harían, porque esto provocaría la rotura de la pieza de cuarzo, ni siquiera utilizando la tecnología láser, ya que tendría idénticos resultados sobre el cristal. Otro de los hallazgos sorprendentes consistió en que no hallaron evidencia ni rastros de que se hayan utilizado herramientas metálicas. El dato más desconcertante fue que los expertos estimaron el tiempo necesario para completar el trabajo en al menos 300 años.
Los expertos del British Museum hacen remontar la calavera a la civilización azteca, fechando el origen ( con muchas dudas ) alrededor del 1300/1400 después de Cristo.
Otras dos calaveras de cristal se encuentran en el Museum of Mankind, en Londres, Inglaterra, y en el Trocadero Museum, en París, Francia. Ambas fueron halladas por soldados en México durante la década de 1890, y están talladas sobre puro cristal de cuarzo, aunque no tan elaboradamente como la de Mitchell Hedges.
La calavera expuesta en el Museum of Mankind se considera gemela de la de Mitchell-Hedges, salvo por un detalle. La calavera de Mitchell-Hedges, en efecto, tiene la mandíbula articulada, como en un cráneo verdadero; mientras que la llamada Calavera Británica tiene la mandíbula fija. Los investigadores están de acuerdo en afirmar que los dos objetos han sido construidos por las mismas manos. El Museum of Mankind lo adquirió de Tiffany's, el célebre joyero de Nueva York, en el 1898, por 120 libras. Él encargado de la transición fue cierto Kunz, que en un libro suyo sobre los minerales, cita la calavera. Los ejecutivos de Tiffany's no fueron capaces de (o no quisieron) dar explicaciones sobre su origen.
Unos 12 años después, sería el British Museum quien entró en posesión de esta calavera. La llegada de la calavera al British Museum, coincidió con una serie de extraños acontecimientos. A parte las afirmaciones, antes escasamente probadas, de repentinos desplazamientos de objetos o repentinas invasiones de perfumes diferentes e inexplicables, fue el personal de limpieza del museo en las horas nocturnas, quienes alimentaron las creencias que atribuyen a la calavera poderes ocultos. Finalmente consiguieron que la calavera fuera cubierta por un pesado paño durante las horas nocturnas.
El antropólogo Morant realizó un estudio comparativo de ambas calaveras, llegando a conclusiones que no son compartidas por otros estudiosos.
Morant dejó constancia de que ambas eran similares en muchos detalles anatómicos, llegando a afirmar que, por su forma, ambas habían sido modeladas sobre la calavera de una mujer, que eran representaciones de un mismo cráneo y que la una era copia de la otra, siendo la de Mitchell-Hedges la primera.
En el 1950, la calavera del British Museum fue examinada de nuevo y de tal examen se descubrió qué la calavera tenía su origen en México, que se remontaba 1400 - 1500 d.C. y qué el material fue cuarzo brasileño.
Una tercera calavera de cristal expuesto al Musèe de El Homme de París, idéntica en el es-tilo a los otras dos pero de dimensiones meno-res, puede proveer informaciones particularmente interesantes. Los expertos del Museo afirman que hizo parte de un "cetro mágico" azteca del siglo XIII o XIV d.C., y que fue usado para alejar a las serpientes y prever el futuro. Tiene un agujero que la atraviesa de arriba a abajo (supuestamente hecho por un grupo cristiano para colocar en ella una cruz) y el estilo, la forma y el corte son similares a otras calaveras descubiertas en diversas ruinas de México.
Existen incontables hipótesis acerca del origen real de las calaveras, llegando algunos a pensar que puedan ser el legado de inteligencias superiores o extraterrestres. La respuesta más obvia sería que los nativos de Centroamérica, aztecas y mayas, las tallaron por sí mismos, pero esta hipótesis no explica la los medios con que fueron creadas, ya que ninguna de esta culturas, por lo menos hasta donde sabemos, poseían la tecnología o el conocimiento necesarios para completar esta labor.
A las abundantes anécdotas y creencias surgidas alrededor de estas raras piezas, y a las originarias atribuciones de poderes utilizados en los rituales en los que, presumiblemente, fueron usadas, son sumadas muchos otras que van desde el ocultismo, lo paranormal y la ufología.
El misterio de las calaveras es enriquecido también por una leyenda que se remontaría a los mayas. Tal leyenda cuenta que en el mundo existen 13 calaveras de cristal a tamaño natural, y cuando todas sean redescubiertas y asociadas, les transmitirán a los hombres todo su conocimiento. La leyenda, en cambio, nos ad-vierte que eso ocurrirá solamente cuando los hombres sean íntegros moralmente. Esta leyenda que se transmite como una tradición oral, ha contribuido al nacimiento de un mito, aquel de las calaveras malditas. Todo eso, además, no es inmune al atractivo que los mayas suscitan como pueblo.

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