En un día como el de hoy, pero del año 1231, muere Antonio de Padua, uno de los primeros franciscanos. Se unió a la orden de Francisco de Asís en 1220. Estudió Teología en Italia y enseñó en diversos lugares de Francia. Fue un gran predicador y hombre vituosísimo. Había nacido en Lisboa (Portugal), con el nombre de Fernando Martim de Bulhoes e Taveira Azevedo. Decía San Antonio que “el gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer pero no vivir de acuerdo con lo que se cree”. Insigne orador, fundador de hermandades y de cofradías, teólogo y hombre de gobierno, dejó varios tratados de mística y de ascética tras una vida ejemplar. Combatió el orgullo, la lujuria, el egoísmo y la avaricia, al tiempo que predicaba la fe, la humildad, la pobreza, el amor a Dios y la compasión por los pobres. Apenas 11 meses después de su muerte, su santidad fue reconocida por el Papa Gregorio IX. Y su culto se generalizará a partir del siglo XV. León XIII lo llamó “el santo de todo el mundo” porque su imagen se encuentra por todas partes, siendo el más conocido y amado de todos los santos. Millones de peregrinos y devotos visitan cada año su Basílica de Padua, donde se conservan sus reliquias. No hay ninguna iglesia que no tenga un altar, una pintura, una estatua o un fresco dedicados a él. En Portugal, Brasil y algunas partes de América Latina, es reconocido como el santo de los matrimonios y el día de su fiesta (el 13 de Junio) las muchachas solteras tienen la costumbre de comprar una pequeña imagen de San Antonio y colocarla al revés como "castigo" hasta que hayan encontrado un buen esposo. |
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