Un día como el de hoy, pero del año 1979, el boxeador norteamericano Muhammad Alí anuncia su retiro del boxeo. Quien fuera tres veces Campeón Mundial de todos los pesos y considerado por muchos como el mejor boxeador de todos los tiempos, había nacido como Cassius Clay en una sociedad dividida en clases, infectada del más furibundo racismo. Siendo pobre y negro, pudo vencer fuerzas que parecían insuperables al comienzo. En 1964 fue Campeón Olímpico semipesado, y 4 años más tarde, ya en el campo profesional, se coronó Campeón Mundial de los pesos pesados al vencer a Sonny Liston. Seguidamente se convirtió al Islam y adoptó el nombre de Muhammad Alí. En 1967, alegando su condición de musulmán y de objetor de conciencia, se negó a combatir en la Guerra de Vietnam. Acusado de desertor, comunista, delincuente y traidor a la patria, fue desposeído de su título y condenado a prisión. Recorrió el país llevando su mensaje de igualdad racial y social, libertad de pensamiento, paz mundial y antiimperialismo. Finalmente fue reivindicado y pudo volver a los cuadriláteros. Ante los ojos de todos, tal como lo hacía en el boxeo, pero ahora en el campo político, ético y moral, Muhammad Alí le había propinado al Imperio norteamericano un contundente nocaut. Reapareció en 1974 con todos los honores, venciendo a Joe Frazier y recuperando el título mundial ante George Foreman. En 1978 lo perdió y lo volvió a recuperar ante Leo Spinks. A pesar de anunciar su retiro en 1979, volverá a los cuadriláteros para enfrentar a Holmes y a Berbick. En 1984 se le declarará el Mal de Parkinson. Y 10 años después, aparecerá con su imagen heroica, imponiéndose sobre su paralizante enfermedad, en los Juegos Olímpicos de Atlanta, para encender la antorcha inaugural. |
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